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Si no podemos vencerles, unámonos a ellos: Aprovechar el potencial de poder blando de los medios sociales para los derechos humanos

Este blog forma parte de una serie de blogs de verano escritos por los becarios junior de verano del McCain Institute. Jillian Proshan es becaria junior del programa Derechos Humanos y Libertad.

No es ningún secreto que nuestros adversarios explotan plataformas de medios sociales en Estados Unidos. Sólo durante el ciclo electoral de 2024, Rusia, Irán y China aprovecharon los espacios online para intentar crear el caos y subvertir la democracia estadounidense. Además de la interferencia electoral, las narrativas en línea, como la de Rusia desnazificación de Ucrania, reforzar la imagen humanitaria de las naciones para poder justificar las violaciones de los derechos humanos y obtener apoyo en Estados Unidos y en el extranjero.

En el 40% de los adultos menores de 30 años que reciben regularmente sus noticias de sitios de medios sociales como TikTok, estos incidentes exponen cuestiones más amplias en torno a la desinformación y la competencia digital de las grandes potencias. Tanto individuos deshonestos y agentes estatales difunden información errónea y desinformación en las redes sociales, sembrando la discordia en el sistema político estadounidense y socavando la política exterior de Estados Unidos a escala nacional y mundial. Esto plantea graves problemas para la seguridad mundial, ya que los intereses contrarios a los valores occidentales liberales dominan las narrativas digitales.

Para contrarrestar la desinformación y la información errónea, sobre todo la procedente de actores extranjeros, algunos funcionarios del Congreso abogan por la regulación gubernamental de los medios sociales, aprobando leyes que restrinja contenidos nocivos y prohíba plataformas que puedan suponer un riesgo para la seguridad nacional. Sin embargo, estas iniciativas suelen crear retos para los responsables políticos, que deben colaborar con empresas privadas y navegar por la red de derechos de libertad de expresión y privacidad. Estas cuestiones se amplifican cuando estas empresas son propiedad o están controladas por entidades y gobiernos extranjeros. Aunque la regulación de las redes sociales merece ciertamente atención, los responsables políticos deben considerar también otras vías para contrarrestar las campañas de desinformación y promover los valores democráticos. Si Estados Unidos no puede acabar con éxito con las falsas narrativas, a menudo procedentes de granjas de trolls impulsadas por IA en países como Rusia, China e Irán, entonces la política estadounidense debe cambiar hacia una mayor utilización de las herramientas de los medios sociales para la proyección del poder blando.

A través de las iniciativas de diplomacia digital, los responsables políticos y los defensores de Estados Unidos pueden proporcionar información precisa y alineada con los valores estadounidenses a nivel nacional e internacional. Con sólo 19% de los jóvenes votantes estadounidenses confían en que el gobierno “haga lo correcto la mayoría o todo el tiempo” y las opiniones favorables sobre EE.UU. disminuyen globalmenteLas campañas deben dar prioridad a compartir fuentes fiables, creando al mismo tiempo contenidos accesibles e interesantes. Muchas campañas de éxito llegan a los espectadores defendiendo cuestiones e iniciativas bipartidistas. Para promover la unidad en lugar de aumentar la polarización que otros países explotan en Internet, los responsables políticos deberían hacer campaña por causas unificadoras, como las que apoya el McCain Institute’s Programa Derechos Humanos y Libertad.

Las cuestiones e iniciativas de derechos humanos, que a menudo logran reconocimiento y apoyo bipartidistas, son las que más podrían beneficiarse de las campañas en los medios sociales. Pensemos en la percepción pública de la persecución de los uigures en China. La narrativa sufrió una Campaña de desinformación fabricada por China que comenzó tras el 11-S, tergiversando la detención de la minoría uigur como un esfuerzo para combatir el terrorismo. Aunque estas opiniones se corrigieron en gran medida en la percepción global, el genocidio uigur permanece en gran medida fuera de la atención pública, sobre todo porque el gobierno chino oculta su continua opresión. Los responsables políticos y los defensores de los derechos humanos pueden y deben abordar las cuestiones de derechos humanos, como la persecución de los uigures, a través de los medios sociales, para combatir la desinformación y promover la libertad de expresión. La visión occidental de los derechos humanos.

Si nos fijamos en las campañas gubernamentales populares, las cuentas gestionadas por el Servicio de Parques Nacionales y la TSA tienen millones de seguidores, y sus publicaciones a menudo se hacen virales. Aunque estos sitios suelen compartir contenidos desenfadados y humorísticos, su estrategia final de representar a Estados Unidos mientras trabaja para mejorar el mundo tiene aplicaciones más amplias. Además, su capacidad para relacionarse con las comunidades a través de tendencias y movimientos en línea demuestra que existen hojas de ruta para el éxito de la promoción en los medios sociales, tanto a escala nacional como mundial.

Las campañas en los medios sociales no ganarán popularidad inmediatamente, ni frenarán al instante el diluvio hostil de desinformación y mensajes políticos. Sin embargo, éstas no son excusas para dejar de defender causas en Internet, ya que estas iniciativas añaden voces esenciales de fiabilidad que se alinean con los valores fundamentales estadounidenses. La tecnología y los medios sociales no hacen más que avanzar, y si los responsables políticos y los defensores de causas siguen jugando con manos débiles o manteniéndose al margen del juego del poder blando, perderemos ante nuestros adversarios. Así pues, os animo a todos a que apartéis al becario de la Generación Z que tengáis más cerca y empecéis a publicar.

DISCLAIMER: McCain Institute is a nonpartisan organization that is part of Arizona State University. The views expressed in this blog are solely those of the author and do not represent an opinion of the McCain Institute.

Author
Jillian Proshan, Becaria Junior, Programa de Derechos Humanos y Libertad del Instituto McCain
Publish Date
julio 10, 2025
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